Mi lista de 20 cosas para hacer después de la cuarentena
¿Es usted de esas personas que deja ciertas cosas para después? Yo sí, lo confieso. Pero el confinamiento me permitió ponerme al día en proyectos aplazados. Escribir este blog, por ejemplo. Se me ocurrió hacer una lista de las tareas que haré cuando salga del aislamiento.
- Compartir más tiempo de calidad con mis cuatro hijos, repetirles lo mucho que los amo, recuperar mil veces el tiempo que nos arrebató la peste del coronavirus, incluidos los abrazos que nos estamos debiendo.
- Inscribirme (otra vez) en un curso de natación.
- Escribir mi primer libro. Ya lo empecé.
- Abrazar árboles, muchos árboles, descalzo y en silencio, porque el espíritu necesita alimento y contemplación.
- Hacer la foto gigante en sepia de Kim, Paula, Sara y Esteban para que iluminen mi espacio.
- Celebrar el regreso a lo que llaman nueva normalidad con una botella de vino tinto, mejor si es cabernet sauvignon, porque es el mejor para el corazón, dicen… ¡mejor si son varias botellas!
- Comprar mi primera máquina de escribir. Nunca tuve una. Añoro esa reliquia. El golpeteo de las teclas me devuelve al tiempo cuando soñé que sería reportero.
- Experimentar la vida del campo, alejado de la ciudad y su estrés enfermizo. Y si me amaño, que sé que si, quedarme allí, para criar siete gallinas, sembrar tomates y tener un gato.
- Adquirir nuevos hábitos de vida saludable, así como un día me empecé a ejercitar y otro día deje, por fin, el cigarrillo. (Acepto sugerencias).
- Compartir ratos de lectura más frecuentes con mis sobrinos La promesa puntual es una hora del cuento cada mes pero, ojala, se pueda cada semana.
- Un diálogo profundo y sincero con mi mamá como nunca lo hemos tenido porque necesito conocer su historia.
- Un diálogo profundo y sincero con mi papá como nunca lo hemos tenido porque necesito conocer su historia.
- Leer el libro «Shinrin Yoku: Baños curativos de bosque», pero antes comprarlo.
- Realizar ese viaje pendiente a Chicago.
- Regresar a la selva amazónica colombiana, donde pesqué pirañas en los 90s; también al Cabo de la Vela y al Valle del Cocora.
- Inscribirme en una caminata ecológica que me lleve a cualquier destino que en todo caso tenga una cascada al final.
- Sembrar un árbol porque estoy en deuda con la vida por el bonsái que dejé morir en mi apartamento.
- Volver a mis librerías amadas y visitar varias que no he conocido. Las librerías son espacios donde un lector nunca se sentirá infeliz.
- Aprender más sobre huertas caseras, porque una extraña intuición me confirma que algún tendré la mía.
- Lo que Dios tenga pensado para mí, primero y antes que todo lo demás.
Espero que esta lista sea de inspiración para los lectores; para mi ha sido terapéutico.
