Las 21 lecciones que aprendí siendo empleado

Las 21 lecciones que aprendí siendo empleado

Para ampliar este decálogo, me gustaría saber cuál ha sido la mayor vivencia de su vida laboral.

Por: ALEXANDER VELÁSQUEZ

Tuve mi primer empleo a los 19 años. Ganaba entonces un poquito más del salario mínimo: $47.370. Un amigo me contó que él, de la emoción, enmarcó su primer cheque.  Me hubiera gustado hacer lo mismo hace 30 años para presumir hoy en los #TBT de las redes sociales.  Escribo estas lecciones de mi vida laboral, a manera de mandamientos, pensando en que le puedan ser útiles a alguien, especialmente a mis hijos.

  1. Los empleos son temporales, así el contrato diga “a término indefinido”. Nunca te los escrituran. Un día saldrás por la misma puerta por donde llegaste. En una ocasión, encontré a una compañera a la entrada de la compañía para la cual yo trabajaba en el área de comunicaciones y ella en otra dependencia.

-¿Por qué lloras le pregunté?

-Me echaron, respondió ella, bañada en lágrimas.

-¿Recuerdas cómo obtuviste este empleo?, pregunté.

-Por un aviso clasificado respondió ella, que sin mayor esfuerzo entendió el sentido de mi pregunta.

  1. Ponte la camiseta, orgulloso de ser parte de una empresa, sé honesto y buen compañero, pero –al igual que con la pareja- no te encariñes. Nada es para siempre.
  1. Deja las puertas abiertas. Nunca sabrás si un día volverá​n​ a necesitarte.  Es mejor salir con la frente en alto por la puerta de adelante que agachando la cabeza por la cocina. Un amigo perdió la oportunidad de su vida por tratar a las patadas a su jefe que además seguía órdenes en un forzoso recorte de personal. Necesitaban a un editor y cuando le dijeron que mi amigo tenía la mejor hoja de vida, su ex jefe recordó que era la típica persona AMC: altanera, malagradecida y conflictiva.
  1. Confronta a los que se comportan como si fueran enemigos y no permitas que los malentendidos crezcan. En el año 2001 tuve un compañero que sentía envidia de mí, se llenaba de rabia porque supuestamente el jefe me consultaba más que a él.  Cansando de tanto rumor, lo invité a almorzar y le hice ver lo gran profesional que él era –uno de los mejores profesores de economía, ni más ni menos- y desde ese día fuimos buenosamigos. Él pagó el almuerzo. A los dos meses ​ nos  invitó  a celebrar la Navidad con su familia y fue una borrachera inolvidable con el jefe incluido, que era abstemio.
  1. Cuando te pidan más de tu tiempo, sé generoso. El buen empleado no es el que trabaja “hora-nalga”. Los empleados mediocres suelen decir: “Qué pena, mi horario es de 8:00 a 5:00”, incapaces de mover una aguja antes o después. La vida me ha enseñado que la generosidad abre puertas.
  1. Cuando no sepas algo, dilo con sinceridad. Nadie nació aprendido, decía mi abuelita, que fue mi coach y me preparó para la vida adulta. Di con ​personas maravillosas que me enseñaron y me dejé enseñar. Mis mejores maestros de periodismo, por ejemplo, los encontré en el primer empleo como reportero en el diario El Espectador: María Antonieta de Cano, Clara Helena Cano, Gloria Luz Cano, Luz Dary Vélez, Rosalba Hernández, Germán Yances, Emma Arcila, Juan Pablo Ferro, Luz Marina Giraldo.  ¡Cuánta gratitud les debo a estas personas!
  1. Nunca hables mal de la empresa. Hay algo que se llama lealtad. He conocido personas que trabajan de mala gana sin más aliciente que el salario.  El problema no es la empresa. Piensa si escogiste el oficio o profesión equivocados.
  1. Sin pasión no llegarás muy lejos. La pasión, por lo tanto, es una virtud no debe ejercerse no únicamente en la cama.
  1. Si consideras que en la compañía te tratan mal, en lugar de quejarte a diestra y siniestra, búscate otro empleo. Renuncia en vez de despotricar. Alguien espera esa vacante.
  1. Nunca te creas más que nadie por más títulos que hayas acumulado. Hay un dicho que no falla: Nadie es indispensable. Yo siempre digo en chiste: “Si alguien fuera indispensable en esta vida, ese alguien jamás se moriría”. Es la misma razón por la que cada cuatro años el país elige un nuevo presidente. ¡Menos mal!
  1. Enfócate siempre en tus responsabilidades y tus resultados, no en los de tus compañeros. Una amiga,  dedicada  hacerle la vida imposible a la secretaría, descuidó sus deberes y la echaron con dos motivos: chismosa e incompetente. Era el año 2012. Los jefes no son tontos. Para bien o para mal, siempre huelen lo que pasa en las oficinas porque las paredes sí tienen oídos. Ojalá no seas tú la persona de las habladurías.
  1. Huye de los compinches. Todos sabemos el significado de ese término. Esta es una máxima de vida dentro y fuera del trabajo.
  1. No tengas miedo de aceptar un nuevo empleo. Cada oportunidad trae retos y es la forma como crecemos profesionalmente. Por dudar de mis propias capacidades, perdí la posibilidad de un trabajo en un gran museo de Bogotá donde, de entrada, iría a los Estados Unidos a estudiar inglés. Tenía 27 años y en vez de aceptar, derroché dinero consultando estúpidamente a la línea psíquica de Walter Mercado. Corría ​el año de ​1997.
  1. No llores delante del jefe. Él o ella lo ven como un signo de debilidad. Si estás viviendo situaciones difíciles –todos las vivimos- busca la ayuda idónea, pero asume las vicisitudes laborales como la persona adulta que eres. Ya no estás en la edad del berrinche ni al cuidado de papá y mamá.
  1. No permitas que pisoteen tu dignidad. El maltrato, el abuso de autoridad y los chantajes por posiciones de poder se deben denunciar a tiempo. La honra no se hipoteca.
  1. Deja tus problemas en la casa o busca quién te los cuide. Si estás agobiado/a, hazte un favor y busca ayuda siempre.
  1. Aprecia a tus compañeros. Los trabajos tienen fecha de caducidad como los lácteos, las amistades sinceras no.
  1. Si te nombran jefe/a, cerciórate de que no se te suban los humos a la cabeza.
  1. Esfuérzate por ser mejor cada día, aprende todo lo que puedas y no te sientas derrotado/a sin intentarlo. Un día le dije en broma a un compañero: “Usted es de los que no puede mascar chicle y bajar escaleras al mismo tiempo”. Me dejó de hablar por un tiempo, pero entendió el trasfondo del mensaje.
  1. Aprende de quienes te enseñan y devuelve ese gesto con gratitud. También devuelve lo que te presten.
  1. Sé humilde, sé humilde, sé humilde. Una vez yo dije con soberbia “A mí no me contrataron para cargar cajas”. Mi jefe escuchó y yo quise que la Tierra se abriera. Por este relato se darán cuenta que no me tragó. Tampoco perdí el empleo pero aprendí una lección de humildad que siempre cuento como la más importante de todas.

Algo de humor para el cierre:

Qué bueno es vivir así,

comiendo y sin trabajar

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