Instrucciones por si muero

Instrucciones por si muero

Por: ALEXANDER VELASQUEZ

María Amparo Godoy Moreno es una mujer tolimense, nació en Icononzo hace 57 años y es maestra de primaria. Su vida ha estado marcada por la tragedia pero ella, con un coraje admirable, ha sabido sobreponerse.

De su primer esposo se separó en 1992 luego de seis años de vivir un infierno de malos tratos físIcos y sicológicos. La gota rebosó la copa el día en que el tipo agarró a golpes a Doña Ana Islena, la mamá de Amparo.

“Así como bien me casé, bien me separé”, dice ella,  con la tranquilidad de haber superado ese pasado tormentoso, del que quedaron dos amores: sus hijos Rubén Eduardo, de 33 años, (quien trabaja en Alemania como especialista en seguridad informática) y Angélica, de 31.

Lo que se sabe hoy de aquel sujeto abusador, es que pasa sus últimos años enfermo y en soledad. Como si la vida misma le estuviera pasando factura por sus cobardes acciones, sin más consuelo que la fortuna de tener unos hijos piadosos de su condición.

El amor, esta vez sí verdadero, ella lo encontró en 1994. Se enamoró del también profesor Mario Orlando Vélez, siendo compañeros en la Escuela del  barrio Yomasa, en Bogotá. Y por amor se fue a vivir a Falan, un municipio al norte del Tolima, la tierra de él. Allá viven con la hija de la pareja, Paula Margarita, de 23 años, y con Angélica, su esposo y Ana María, *la hija de ellos, quien tiene 4 años*

Todo iba  bien hasta cuando  Amparo empezó a presentar episodios con olvidos que se volvieron frecuentes y prolongados, y luego  quedaba paralizada. Así le ocurrió primero en el colegio y luego en la ventanilla de un banco.

Debió viajar a Ibagué, donde el médico internista de la EPS  ordenó una serie de exámenes: tomografía, electroencefalograma y pruebas de sangre.

15 de julio de 2019: Es remitida por urgencias a la Clínica Tolima.

Los  dos neurocirujanos a cargo del caso encontraron un tumor cerebral en la parte frontal derecha  y mediante resonancia magnética confirmaron el hallazgo. Hay que operar, sí o sí.

Los doctores le advirtieron a la familia sobre los riesgos de esta cirugía: Amparo podría despertar… o no hacerlo nunca más.

Ella misma llegó a temer  que no sobreviviría y por eso tomó la decisión valiente  de darle instrucciones a Paula Margarita sobre lo que debía hacer en ausencia de ella. Le comentó de los seguros de vida, las claves de sus tarjetas de crédito y lo más importante, le pidió  que cuidara de su amado esposo, que hoy tiene 68 años.

8 de agosto de 2019: La intervención quirúrgica tardó tres horas, en las cuales ella convulsionó varias veces, pero al final le ganó la carrera a la muerte. Tras un mes largo en la clínica,  por fin regresó a casa.

Desde entonces esta mujer sigue en tratamiento porque con el cáncer nunca se sabe. Aprendió a convivir con las secuelas de aquel tumor. Por ejemplo, debe protegerse  del sol y me dice que le cogió fastidio a olores fuertes como el de los perfumes y que tampoco tolera el olor del pollo, la carne o los huevos.

Casi tres meses después de  la operación, la tragedia volvió a su vida.

30 de noviembre, 8:00 a.m.: en la vía que de Cambao conduce a Girardot, sufrió  un accidente de tránsito. En el carro conducido por  Mario Orlando, iban también, en la parte trasera, Paula Margarita y la pequeña Ana Maria.

Amparo recuerda que había bajado el vidrio, estaba embelesada  observando el Nevado de Santa isabel y con la cámara del celular lista para disparar. “En un parpadeo el vehículo fue a dar contra un cercado de alambre de púas y un poste de cemento”, recuerda.

El esposo   y la nieta resultaron ilesos, mientras que Paula Margarita quedó con algunas cicatrices por el violento choque.

Amparo, malherida como estaba, como si hubiera tenido una revelación le anticipó a su hija lo que en efecto ocurrió después:

-“Mi vida, ese brazo se va hoy”. Todos rompieron en llanto. Y luego hubo un profundo silencio.

La mujer fue traslada​da​ al hospital San Rafael de Girardot,  a 45 minutos, y allí confirmaron su premonición: el brazo derecho debía ser amputado. Y así fue.

Ha estado  en terapia y en espera de que pase la pandemia para saber si le pueden  implantar un  brazo y una mano artificiales.

-“Anhelo  una prótesis que sea funcional y mejore la apariencia. A veces es muy difícil mirarme al espejo y ver que me falta el bracito”.

Ella no se doblega; un arma  poderosa la acompaña: su personalidad extrovertida. “Soy recochera y de buen humor;  eso me ha servido para salir adelante”, dice.

De hecho, se ríe al recordar el día en que los profesores la visitaron en el hospital. Uno de ellos se quejó porque debían aportar de su propio bolsillo para decorar el salón de los grados que serían en diciembre.

– “Si no hay problema, yo les podría dar una manito”, respondió Amparo. (Risas).

La escena llegó con moraleja: “Cuando uno está bien con sus cinco sentidos y sus partes completas no hace más que protestar y renegar. Solamente cuando uno pierde algo, se da cuenta de la importancia de las cosas que tiene. Yo le agradezco a Dios porque me ha dado dos oportunidades más de vida”.

Amparo continúa trabajando como maestra en la Normal Superior Fabio Lozano Torrijos, donde es directora de grado 5º y dicta todas las materias. Ha recibido el apoyo de directivos y profesores. Los alumnos  están pendientes de ella y en el vecindario también ha recibido muestras de cariño.

Luego de ambas cirugías, hay actividades que Amparo ya no puede realizar y para otras necesita ayuda. “No puedo ponerme ciertas prendas,  tampoco  puedo  barrer o cocinar, que era una actividad que me encantaba”.  También fueron  prohibidos los ejercicios físicos o  bailar con los niños. Eso sí, ya se maquilla sin ayuda “aunque no me quede muy elegante, pero ahí voy poco a poco”, relata  entre risas.

Está aprendiendo a  escribir con la mano izquierda. “Me canso cuando lo hago en el tablero y la letra me queda espantosa en el papel”.

Al final de nuestra conversación, comprendo de dónde saca tanta berraquera esta mujer.

“Si Dios me ha permitido seguir con vida es porque todavía me faltan algunas cositas por hacer. Y como dice el dicho: El Señor sólo nos da cargas que uno sea capaz de soportar”.

En camino viene otro bebé, su segundo nieto, el primer hijo de Paula Margarita que nacerá en septiembre, “El será mi otro aliciente para seguir viviendo”, concluye.

En este audio, puedes escuchar un breve fragmento del testimonio de María Amparo Godoy. Gracias a ella por contarme esta gran historia de vida.

 

 

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