El libro que me robé y otros 6 pensamientos recurrentes

El libro que me robé y otros 6 pensamientos recurrentes

¿En qué pienso cuando pienso? En que somos como algo que dijo Sócrates y sin embargo nos creemos la gran cosa. También pienso en los alienígenas.

 

Por: ALEXÁNDER VELÁSQUEZ

Hay días en que nos ponemos más existencialistas, menos terrenales. Más espirituales, menos banales. En esos días se nos sale el filósofo que todos llevamos dentro. Puedo decir que estoy en esos días y sin temor a la vergüenza debo aceptar que “solo sé que nada sé”, como dijo Sócrates. No me refiero a Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, el famoso futbolista brasileño de los años 80s, sino al gran pensador griego, maestro de Platón, quien lo fue de Aristóteles.

Siento que la humanidad va a la deriva, abrumada por tanta tecnología e información, con un planeta que se nos cae a pedazos y con la incertidumbre de un gran apagón que lo pondría todo patas arriba. Más de lo que ya está. Si se me permite la expresión, vamos del culo pa´l estanco.

Leo y escribo por placer pero más que nada para tratar de comprender los demonios que me habitan. Encuentro  en la lectura y en la escritura un propósito. Mientras escribo esto, hoy domingo, suenan diez disparos afuera, tal vez fueron doce o quince: Desde nuestras ventanas observamos a la gente correr por sus vidas.  Ladrón y víctima se han herido mutuamente. Todo por un teléfono celular. La vida ya no vale ni treinta monedas de oro.

Leo noticias pero cada vez menos. ¿Para qué? Cada titular confirma lo mal que estamos como sociedad y eso deprime. Prefiero leer a Mauricio Puerta, el astrólogo colombiano que escribe el horóscopo de los domingos en El Tiempo como si fuera filósofo. Debe ser porque es antropólogo y eso le permite, en alianza con las estrellas,  conocer a los humanos por dentro y por fuera. Él dice que la misión de nosotros los piscianos es “propiciar en los demás el conocimiento de su personalidad divina”. A duras penas estoy tratando de descubrir quién soy y qué hago aquí.

Volviendo al principio les quiero compartir los pensamientos que me llegan al acostarme, al levantarme o cuando salgo a caminar.

LA MUERTE. Es imposible no pensar en la muerte. Vivo solo. Si muriera hoy en el apartamento, ¿cuánto tiempo pasará antes de qué me encuentren? ¿Quién sería la primera persona en encontrarme? ¿Estará encendido el fogón de la estufa? ¿Y qué estaré cocinando? ¿Estaré viendo una serie de Netflix, leyendo un libro o escribiendo la próxima columna para Kienyke?

LOS LIBROS. Pienso en los libros que no he leído y es un hecho que la vida no alcanzará para leer todo lo que quisiera. Se necesitan muchas vidas, aunque me siento extrañamente contento: tengo la impresión de que la vida continuará después de la muerte.

A veces pienso en los libros que no devolví. Son muy pocos la verdad, entre ellos Entrevista con la historia, de la gran reportera italiana Oriana Fallaci, que vivió una tormentosa historia de amor. ¿Saben? Las historias de amor, bonitas o no, son siempre un buen tema para escribir. Prometo escribir más seguido sobre esto.

EL AMOR. Oriana Fallaci estuvo enamorada de  Alexandros Panagoulis (Alekos), poeta y político griego que murió en un accidente de tránsito aunque su familia sospechó siempre que se trató de un atentado. En una carta de amor que le escribió a Alekos, ella le dijo: “La vida me enseñó, más bien me obligó, a ser dura, desconfiada, desapegada, controlada”. Creo que algo podemos aprender de esta periodista.

LOS AMORES PLATÓNICOS. Pienso que tuve amores platónicos y los abandoné por unos reales. Son mejores los amores reales pero allá usted si quiere asumir las consecuencias. Si bueno es amar, mejor empezar por amarse a uno mismo, o aplazar el gusto  hasta cuando vendan una póliza de seguro contra los corazones rotos.

EL PECADO. Pienso que cada persona sobre la Tierra ha cometido menos pecados de los que en realidad quisiera cometer. ¿O no han escuchado frases como “la carne es débil” y “una mente desocupada es taller del diablo? Pues bien, estoy hablando de esos pensamientos malsanos que nos llegan de la nada. Los científicos estiman que tenemos una media de 60 mil pensamientos diarios y la mayoría son negativos, repetitivos y relacionados con cuestiones del pasado.

LA VEJEZ. Pienso en cómo me tratará la gente si llego a los 80 o a los noventa y tantos como el abuelo Jorge. A los viejos nadie los quiere. Los arruman, les hacen el feo. Les tratan como a un estorbo, con menos paciencia que a un mueble pesado.  Así de desgraciada es (¿somos?) la gente con ellos. Si llego a anciano, quiero yo mismo ponerme de pie y servirme mi vaso de agua. Sería terrible condenar a alguien al cambio de pañal. Toco madera antes de que se extinga el último árbol.

LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE. ¡Nacemos más de una vez!  Una preocupación menos, al menos para mí que amo existir  y quiero repetir. Pienso que hay otros mundos con criaturas  inteligentes en ellos, mejores  que nosotros. Mil veces mejores. No vendrán en Ovni ni de traje plateado. Han evolucionado tanto que no son tontos como para querer regresar. ¿A qué?

Allá llegaremos un día en la medida de nuestra propia evolución, sea la de la mente, la del alma o la del espíritu, como quieran llamarle. Un día escribiré sobre esto, prometido.  Por ahora, me retiro a seguir pensando. Todavía no acumulo los 60 mil pensamientos del día.

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