Por: ALEXANDER VELASQUEZ
El colegio, tanto como el seno familiar, deberían ser (¡pero no lo son!) los lugares donde uno debió aprender a amar los libros. Si los padres y el sistema educativo hicieran bien esa tarea, quizás organizaciones como Fundalectura (creada en 1990 en Colombia) no tendrían por qué existir. Pero, a Dios gracias, existen y hacen una fantástica labor de promoción de la lectura, de reconciliar a niños y jóvenes con los libros.
Cada año, esta entidad privada, -a través de personas calificadas-, publica un listado de “libros altamente recomendados”, seleccionados por edades para hacer más fácil el trabajo de los maestros; de visita allí, me cuentan que pronto pondrán al servicio una sala de lectura para los chicos en su sede del barrioSanta Teresita en Bogotá.
“Hemos visto que en aquellos hogares donde se lee, disminuyen los casos de violencia intrafamiliar, porque la lectura fortalece los vínculos afectivos. Se crea el hábito, se mejoran las interacciones y por lo tanto el tejido social”, me dice un promotor de lectura.
Ha sido tan buena su labor a lo largo de estos 30 años que firmaron un acuerdo con Ecuador para ayudarles en la misma tarea. Desde 2018, Fundalectura asesora el Plan Nacional del Libro y la Lectura del Ecuador, forman mediadores para que se lea en cárceles, hospitales, museos y casas de cultura, con lo que ha aumentado el número de lectores.
Le escribo por whatsapp a una amiga de mis épocas de colegio que hoy es profesora y le pregunto si las cosas han mejorado. Ligia me responde: “Hoy en día, en los colegios públicos no se puede pedir libros de texto, en el caso mío que manejo Primaria, hago una reunión de padres, firman un acta dónde aprueban la compra de un libro que generalmente es un cuento diferente para cada niño, este año pedí un cuento de Torre de Papel (Torre Roja), con el ánimo de contar con 35 títulos diferentes para intercambiar cada bimestre”.
Estas clasificaciones por torres de colores señalan la edad propicia para acercar a cada niño a los libros. Porque con los libros pasa lo mismo que con una maratón. No puedes hacer la Carrera 10K sin antes haberte entrenado en distancias cortas y de manera constante. En la lectura se debería empezar por relatos cortos, luego uno crece y ya puede enfrentar conpasión textos más robustos y exigentes, porque con la edad cambian los gustos, mejora la calidad de lo que lee y cada cual escoge según sus intereses, necesidades, demonios, o emociones.
Por algo, en un reportaje para la revista Gatopardo el escritor Fernando Vallejo dijo lo siguiente: “De niño leí mucho, y cuando abrieron en Medellín la Piloto, en una casona en la avenida La Playa, he recordado en alguno de mis libros que el primer día las filas para entrar eran de cuadras, pero poco después entré como si fuera mía y allí leí montones de libros, en especial novelas escritas en tercera persona que después terminé detestando. Tendría entonces unos diez años”.
Notas de la columna
Esta organización trabaja desde 1990 para que Colombia sea un país de lectores.