Por: ALEXANDER VELÁSQUEZ
Hay películas con guiones tan bien elaborados que uno como espectador celebra cada frase.
-“Podemos decir o hacer cualquier cosa pero los pensamientos no pueden fingirse”.
Estoy hablando de la cinta “Pienso en el final”, que estrenó Netflix en septiembre. Visualmente llamativa, a veces lúgubre, inquietante las más de las veces.
-“A veces siento que soy mucho más joven de lo realmente que soy, como si por dentro fuera un niño hasta que paso por el espejo”.
Es la historia de Jake y su novia, una estudiante de física cuántica. Pero también la historia de lo que pasa por sus mentes. Mejor dicho, por la mente de ella y las palabras de él.
-Jake es un buen tipo pero esto no tiene futuro, lo sé desde hace un tiempo.
Es una historia para ver con pinzas, en profundo silencio, para entender que, posiblemente, desde el principio está planteado el final. Dicen que el diablo está en los detalles y aquí se cumple esa máxima. No apta para distraídos, aunque es posible que uno termine con ganas y necesidad de repetirla.
-La gente permanece en relaciones tóxicas porque es más fácil, es física básica.
Buena parte de la cinta se desarrolla dentro de un automóvil –primero de camino a la granja donde viven los padres de Jake y luego cuando regresan de ella-; en esas conversaciones hay pistas perfectamente camufladas acerca del desenlace de todo… o al menos eso es lo que uno cree.
-“Tenemos una conexión real. Un apego intenso y poco común. Nunca había sentido algo igual”.
¿Es suspenso? ¿Es terror? ¿Es como viajar en el tiempo? ¿Es sobre la muerte? ¿Sobre el amor?… ¿Sobre la juventud y la belleza? En realidad la película es lo que el espectador y sus emociones quieren que sea pero las escenas se suceden de una manera que perturba, tanto que de golpe en cierto momento tuve que poner pausa antes de continuar. Necesitaba pensar.
Dirigida por Charlie Kaufman, “Pienso en el final” (en inglés i’m thinking of ending things, algo así como “Estoy pensando en acabar con las cosas”) está basada en la novela del escritor canadiense Iain Reid, catalogada como una obra de terror de culto.
-Nos gusta pensar que somos puntos moviéndonos a través del tiempo, pero creo que probablemente es al revés. Estamos estancados.
Para mi uno de los momentos más surrealistas de toda la película –más no el único- es cuando en medio de una tormenta de nieve aparece una heladería en la solitaria carretera. Bueno, lo realmente sorprendente es que la pareja haga una parada para comer helado, y allí nuevamente como espectadores no sentimos tremendamente confundidos, hasta cierto punto sintiendo lástima por la muchacha y creyendo que sabemos el destino que le espera.
Dice Jake: -¿Crees que mi madre es fría? Porque no creo que en eso de que las madres sean la causa de todos los problemas sicológicos.
Responde ella: -Es una mentira misógina, mierda freudiana.